Un grupo de empresarios andaluces, junto con los investigadores de las Universidades de Cádiz y Sevilla inventores de la patente, creen firmemente que mediante la aplicación de la misma, no sólo se logrará resolver el problema y recuperación para Huelva de un paraje natural mágico, las marismas de Mendaña, sino que al mismo tiempo se generará riqueza, transformando el fosfoyeso en nuevas materias primas, se creará empleo y, además, se eliminará dióxido de carbono del medio ambiente.